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OPINIÓN

No pasó nada

15 de diciembre de 2025

Andrés Charria

Fundador de Tres Puntos Consultores
Canal de noticias de Asuntos Legales

La semana pasada la justicia argentina allanó la sede de la AFA y de varios clubes de fútbol profesional pues hay inicios de actividades cercanas al lavado de activos.

Hace algún tiempo, esa actividad policial en el fútbol habría sido impensada, todos conocemos la amenaza que hacían los dirigentes de desafiliación en el momento en que la justicia “ordinaria” entrara a husmear cualquier asunto que tuviera que ver con el fútbol.

El fútbol es un campo fértil para el lavado de activos. Hace casi veinte años la Comisión Europea sobre el Deporte indicó que el deporte profesional, especialmente el fútbol, es vulnerable a actividades financieras ilícitas. Indica que la estructura financiera del fútbol en algunos lugares adolece de controles sólidos, tiene una dependencia excesiva de ciertos inversionistas, los flujos de dinero son especialmente opacos y el control financiero contra prácticas ilícitas es insuficiente.

Personalmente entré en el derecho deportivo por un caso que me marcó. En aquellos años asesoré al Club Olimpia de Asunción, que fue desafilado por FIFA luego de que su presidente, con razones atendibles, interpusiera una demanda civil contra un dirigente de la Asociación Paraguaya de Fútbol. Recuerdo el caos jurídico y deportivo que produjo esa decisión. Ayudamos a Olimpia a salir de ese barrizal y entendí de primera mano cómo el fútbol podía quedar atrapado entre la justicia ordinaria y la ‘justicia futbolística’. Desde entonces sigo con atención cada vez que una federación intenta blindarse frente al escrutinio de los jueces.

La situación ha cambiado como lo vemos en Argentina pues FIFA no puede ser cómplice, o al menos no puede ayudar a quien comete un delito a salir impune. Quien abrió esa caja de pandora fue la fiscal americana Loretta Lynch que no tuvo mayor problema en encarcelar a prácticamente todos los presidentes de las diez federaciones nacionales de Sudamérica.

Al momento de escribir esta columna no ha habido, que yo haya visto, ninguna amenaza de desafiliación por parte de FIFA del fútbol argentino. No creo que sean tan torpes de sacar de un plumazo al vigente campeón mundial y a los únicos equipos que logran hacer partido en las copas sudamericanas a los poderosos clubes brasileros con el propósito de defender a alguien de una investigación por lavado de activos. Y porque bajo las leyes suizas semejante intromisión, repito, para amparar a un dirigente de un posible ilícito penal es ilegal y un juez tumbaría semejante decisión.

El fútbol sigue actuando escenarios oscuros, pues tiene dos características que atraen los manejos inadecuados, por una parte como lo indiqué al principio de esta columna puede ser bastante opaco y por lo tanto un vehículo para hacer negocios que tocan el código penal, por el otro es muy divertido y cualquiera con dinero quisiera ser dueño de un club. Dinero bueno hará negocios buenos y claros, dinero opaco se podrá ocultar en este lugar.

Están lejanas las épocas donde cualquier intento de un juez de preguntar sobre algo del fútbol fuera silenciado por el desagradable fax desde Zúrich. Esperemos a ver que ocurre en argentina, en los clubes y en la AFA. Es bueno que de una vez por todas se entienda que el fútbol no puede estar por fuera de la ley y que los jueces y fiscales están en todo su derecho y su deber de investigarlo si hay indicios de manejos poco claros. Que el fútbol sea una empresa privada no quiere decir que puede hacer lo que quiera sin importar si toca el código penal.

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